Cuando hablamos de comunicación, habitualmente mencionamos dos entidades que se vinculan, el emisor y el receptor. Esto de manera básica, asegurando que lo que comunica el primero (EMISOR) será recibido por el segundo (RECEPTOR) de la misma manera como fue emitido. Desde un ejercicio teórico esto se percibe posible pero la realidad es que habrá tantas ¨escuchas¨ como receptores tengamos respecto de lo que emitimos.
Tú dices lo que dices y yo escucho lo que escucho.
A la altura de este punto podemos arribar a una primera conclusión, el escuchar es interpretativo y habitualmente no escuchamos lo que un emisor nos quiere comunicar. Está muy claro, una primera barrera de la comunicación es que en general hemos perdido la habilidad de escuchar o derechamente no sabemos hacerlo.
Entonces acá estamos en presencia de un problema cuando se trata de comunicar nuevas iniciativas, órdenes, instrucciones, pedidos, ofertas y compromisos, entre otros actos del lenguaje recurrentes en cualquier proceso de gestión.
Esta barrera se intensifica cuando nuestro receptor de turno está premunido de algún dispositivo móvil que al ser privilegiado en su espacio de atención no permite que la comunicación fluya adecuadamente.
Aún más, si quién practica esta notable inhabilidad está dotado de poder al interior de una empresa o institución este problema se vuelve mucho más delicado porque puede ser el origen de distanciamientos humanos que atentan decididamente para la conformación de equipos de trabajo y con ello perjudica el desempeño del grupo.
Saber escuchar es una habilidad central de liderazgo, evita un desperdicio de energía en el intento por conseguir logros colectivos asociados a la participación del grupo.
¿Veamos por qué?
Si un líder sabe escuchar, estará en condiciones de conocer a su interlocutor. Sabrá con meridiana claridad de sus fortalezas y también de sus debilidades. Entenderá la manera de cómo abordar una conversación y lo que es más importante, estará en conocimiento de sus expectativas y entusiasmos. Sabrá también los espacios de aprendizaje en los que se debe concentrar para constituirse en un mentor permanente al interior de la organización.
Tendrá la suficiente paciencia para esperar los resultados como asimismo el adecuado carácter para representar reclamos respecto a comportamientos no deseados.
Es claro, no siempre tendremos éxito, en ocasiones a pesar de todo nuestro esfuerzo, es imposible activar cambios y las personas estarán dispuestas a un cambio o mejora cuando realmente se comprometen con ello. No se puede ayudar a quien no desea ser ayudado. Tómese esto último como una máxima en lo que a relaciones humanas se refiere.
Con esto estamos en condiciones de definir una segunda conclusión: la habilidad central de líder es saber escuchar de manera abierta, suspendiendo los supuestos, juicios y prejuicios. Esta manera de abordar el escuchar permite un punto de partida virtuoso en la conformación de equipos de trabajos.
Escuchar es un acto virtuoso de desprendimiento a los demás. Para un líder este es un atributo muy bien valorado por el equipo de trabajo.
El escuchar, más que el hablar, se constituye en el factor central de éxito del proceso de la comunicación.
Cuando escuchamos, lo que oímos, ergo el lenguaje en acción es una manifestación del SER del interlocutor, entendiendo a este como una entidad provista de tres grandes universos, EL LENGUAJE, LA EMOCIÓN Y EL CUERPO.
Si volvemos al esquema tradicional de EMISOR-RECEPTOR, es tan solo el primero de estos importantes universos el que se manifiesta, es decir, el lenguaje. Pero quien dice y como lo dice es singular en tanto su emoción y su corporalidad. Estas están definidas en cada receptor por la historia de quien habla. Podemos colegir que en cada acto del lenguaje lo que emerge es la tradición en que se funda esa existencia y lo define como el SER que es.
Por lo tanto, escuchar no es solo oír lo que escuchamos, quien escucha con propiedad es capaz de observar, comprender y aceptar las palabras, el actuar y la expresión de su interlocutor en toda su dimensión. Cuando ello ocurre, estamos en condiciones de generar un vínculo que para todos los efectos permitirá el proceso de comunicación en su posible despliegue.
Ahora bien, concedámoslo, en la actualidad de crisis e incertidumbre la realidad nos pone frente a espacios de excesiva inmediatez, multi conexión digital, sobre compromisos que nos exigen responder de manera efectiva en los múltiples espacios de nuestras vidas y un compartir de manera poco efectiva el mundo real y el espacio virtual, escuchar se vuelve cada vez menos frecuente transformándose en un real privilegio para quien lo práctica y un regalo de inigualable valor para quien lo recoge.
Quien tiene la responsabilidad y el privilegio de liderar en los tiempos que corren debe sin duda estar provisto, como decíamos, de esta importante habilidad.